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“10 MITOS SOBRE LA REGULACIÓN DEL CANNABIS”

El debate sobre el consumo de cannabis y su regulación legal, está plagado de afirmaciones basadas en lugares comunes sin ninguna comprobación empírica, que suelen provenir sectores para los cuales la cultura prohibicionista es elevada a un nivel dogmático/religioso que se opone a cualquier desmitificación de sus preceptos.

Desde RESET, convencidxs de la necesidad e importancia de encarar la regulación en base a la evidencia disponible, desde una óptica de salud y derechos humanos, nos propusimos rebatir estas zonceras que suelen repetirse cada vez que se menciona la posibilidad regular el cannabis.

Por este motivo, presentamos los “10 MITOS SOBRE LA REGULACIÓN LEGAL DEL CANNABIS”, a través de la cual publicaremos de forma semanal los mitos más importantes respecto a la temática. El equipo de de trabajo estuvo integrado por: Mariano Fusero, Virginia Labiano, Antonella Tiravassi, Ana Safranoff, Fernando Salvador, Martín Garmendia, Gonzalo Galeano, Tomás Camarasa, Alejandro Miguez, Juan Ignacio Lozano, Ileana Arduino y Marcos Torti. La producción y edición de los videos estuvo a cargo de Alejo Araujo y la locución por parte de Antonella Tiravassi.

A continuación, podrán leer y ver los mitos seleccionados:


#1: Los países y estados que implementaron este tipo de regulaciones están dando marcha atrás


#2: El consumo de cannabis induce al delito


# 3: El consumo de cannabis mata neuronas


#4: La prohibición desalienta el consumo de drogas

“Los países y estados que implementaron este tipo de regulaciones están dando marcha atrás”

Con frecuencia se dice que los Países Bajos, uno de los primeros países en flexibilizar la prohibición del cannabis, estaría retrocediendo en su política. Sin embargo, ocurre lo opuesto: en 2019 se inició una experiencia para regular la cadena de producción completa del cannabis.

La política neerlandesa se articuló hace más de 40 años a partir de la descriminalización de la posesión de cannabis para consumo personal y la tolerancia a la venta minorista en coffee shops. No obstante, hasta la regulación integral del mercado de cannabis de Uruguay, en los Países Bajos no se animaron a dar solución al principal dilema de su política: “el problema de la puerta de atrás”. Éste se genera al no perseguirse la venta de pequeñas cantidades destinada al consumo personal “por la puerta delantera” de estos lugares, pero se penaliza el suministro que precisan los mismos.

En 2017, la coalición gobernante prometió llevar adelante el Experimento de la Cadena de Suministro Controlado de Cannabis (Controlled Cannabis Supply Chain Experiment), para lo cual contó con el consejo de un Comité Asesor encabezado por el profesor André Knottnerus de la Universidad de Maastricht. Luego del informe presentado por este Comité, en enero de 2019 se adoptó la ley que pone en marcha el experimento y que será ejecutado por el Ministerio de Seguridad y Justicia y por el Ministerio de Salud, Bienestar y Deporte.

El diseño del experimento consta de cuatro fases y se implementa sólo en diez municipios de los ciento tres que tienen coffee shops (Arnhem, Almere, Breda, Groningen, Heerlen, Hellevoetsluis, Maastricht, Nijmegen, Tilburg, Zaanstad). Sin embargo, todos los coffee shops existentes venderán el cannabis legalmente producido por alguno de los diez productores legalmente habilitados por licencia.

Asimismo, el staff deberá tomar un curso especial –para asegurarse que serán capaces de informar a les clientes sobre los riesgos del uso de cannabis– y los establecimientos deberán contar con material educativo.

El resultado de la evaluación de esta experiencia que dura cuatro años, será el principal insumo para definir cómo sigue la política de cannabis en los Países Bajos.

Finalmente, cabe destacar que ninguno de los países o estados que han avanzado en la regulación legal del cannabis –como Uruguay (2013), los once estados de EE.UU. (del 2012 en adelante) y Canadá (2018)– han retrocedido en sus abordajes regulatorios, sino que avanzan en perfeccionar y dinamizar los mismos.

El éxito de sus medidas incentiva a otros Estados Nacionales y locales a debatir actualmente la necesidad de establecer una regulación legal de la sustancia. 

Fuentes

https://youtu.be/PsT6rqh08Qo

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DERRIBANDO MITOS

En el marco de la publicación del Mito #1 “Los países y estados que implementaron este tipo de regulaciones estan dando marcha atras” presentamos la primera de las charlas #DerribandoMitos.

En esta opotunidad invitamos a Marie Nougier. Ella es responsable de comunicaciones y publicaciones del Consorcio Internacional de Política de Drogas (IDPC), participa en actividades de trabajo en red, capacitación de la sociedad civil y participación en actividades de incidencia política en Naciones Unidas, Europa y América Latina.

Desde RESET contó con la participación de Sol Noblia y Marcos Torti.

“El consumo de cannabis induce al delito”

A partir de una encuesta realizada por el CELIV-UNTREF (2013-2019) en ocho países de Latinoamérica a mujeres y varones en contextos de encierro, se observa que un 33% del total de personas respondientes dijo haber consumido alcohol o alguna otra sustancia durante las seis horas previas al delito por el cual fue detenida (cifra que en el caso de Argentina desciende al 32% en la última encuesta, realizada en el año 2019).

La correlación entre hechos delictivos violentos (incluidos asesinatos) y consumo de sustancias con propiedades psicoactivas es baja. A su vez, un 53% del total de la población referida confirma haber probado cannabis alguna vez en su vida; esto deja entrever que el consumo social de algunas sustancias tiene escasa correlación con la motivación delictual. Los homicidios cometidos en nuestro país no son perpetrados por individuos que están bajo la influencia de alguna sustancia de consumo legal o ilegal.

Ahora bien, en aquellos casos (como el 32% en Argentina) en que confirman haber consumido alguna sustancia que pudo haber influenciado su conducta, ésta ha sido en la gran mayoría resultado del consumo de alcohol (sustancia publicitada y disponible en las góndolas de cualquier supermercado).

En el caso de los delitos violentos, como el homicidio, los móviles suelen ser distintos al consumo de sustancias, tal como lo expresa el estudio realizado por el Instituto de Investigaciones del Consejo de la Magistratura de la Nación: el 39% de los homicidios se producen en circunstancias de discusión y/o venganza personal o grupal; el 11% se corresponden a conflictos interfamiliares. Los casos que “involucran drogas” están principalmente relacionados a la prohibición de las mismas y la disputa territorial por su comercio ilegal entre bandas y fuerzas policiales, no a su consumo. En algunos “barrios de emergencia” tal móvil significa –conforme al estudio señalado– el 25 por ciento de los homicidios. Ante ello, tal vez sea hora de reconocer el fracaso de la prohibición y evaluar coherentemente nuevos abordajes regulatorios de sustancias para sacarlas de manos del crimen organizado y de tales disputas violentas.

Por tanto, no existe evidencia estadística sólida que demuestre que el consumo de sustancias arroje a los individuos a la criminalidad. Menos aún del cannabis. La publicación de la Sedronar “Consumo de drogas, prácticas delictivas y vulnerabilidad social” (2017) establece que “la relación entre drogas y delincuencia no es sencilla ni lineal. Tampoco es generalizable: muchos delincuentes reincidentes no consumen drogas y muchos drogadependientes no cometen delitos”. El consumo es sólo un dato más entre un grupo de variables que podrían explicar el comportamiento delictivo –como los factores fisiológicos, psicológicos y conductuales, familiares, culturales, sociales, económicos y situacionales–.

Señalar al consumo de sustancias psicoactivas como la principal causa de hechos delictivos puede resultar tranquilizador para muchos y de enorme conveniencia política para otros, pero a ciencia cierta configura una imputación estigmatizante para las personas que consumen sustancias prohibidas –que son expulsadas del sistema de salud pública y perseguidas por el sistema penal como potenciales delincuentes–. Esta realidad ha sido reconocida por la Corte Suprema de Justicia de la Nación (CSJN) en su antecedente “Arriola” del año 2009. Allí el máximo tribunal, en el contexto de declarar la inconstitucionalidad de la penalización de las personas que consumen drogas prohibidas, ha dicho que “quien es señalado como ‘delincuente’ –e ignorado en su problemática– no acude al sistema de salud o bien tienden a dilatarse en grado extremo los tiempos de latencia entre el inicio del consumo y la solicitud de atención”.

Es importante profundizar en este tipo de análisis para poder prestar asistencia donde corresponda. Es posible que exista una eventual asociación entre el consumo de drogas y la comisión de delitos, pero esta vinculación no es causal ni directa. Por el contrario, es posible que ambos hechos sean el resultado de otro tipo de factores de desigualdad estructural. Existen múltiples variables –tanto en el hecho delictivo como en el consumo de sustancias– que deben ser explorados previamente a cualquier conjetura apresurada.

Fuentes

https://youtu.be/XCR_x7CkW8k

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Derribando Mitos

En el marco de la publicación del Mito #2 “El consumo de cannabis induce al delito” presentamos la segunda de las charlas #DerribandoMitos.

En esta opotunidad invitamos a Jorge Paladines, Licenciado en Derecho (Summa Cum Laude) de la Universidad de Guayaquil, Master en Derecho Constitucional – Universidad Andina Simón Bolívar (UASB), Maestría en Ciencia Política – Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO – Ecuador).

Desde RESET se contó con la participación de Antonella Tiravassi y Fernando Salvador.

“El consumo de cannabis mata neuronas”

Este mito fue divulgado en 1974 por el entonces gobernador de California Ronald Reagan, quien sostuvo públicamente que el consumo de marihuana causaba la muerte de células cerebrales. Para justificar sus dichos, se basó en los resultados de un único estudio realizado sobre monos por Robert Heath (de la Tulane University Medical School de Nueva Orleans); en éste, los animales eran sometidos a bombeos constantes de altas dosis de humo de cannabis a través de máscaras.

Posteriormente, se explicó que la disminución de células cerebrales hallada en tres de los monos bajo observación se debía con probabilidad a la ausencia de oxígeno en el aire que –a causa de la metodología del estudio– eran forzados a inhalar.

Los resultados de este estudio nunca pudieron ser replicados y han sido desacreditados por, al menos, un par de estudios realizados –con mejores estándares de control– en poblaciones mayores de monos. Uno de ellos fue desarrollado por William Slikker, del Centro Nacional de Investigación Toxicológica de EEUU; el otro, por Charles Rebert y Gordon Pryor de SRI International. Ninguno de ellos halló evidencia de alteraciones físicas en los cerebros de los monos que fueron sometidos a dosis diarias de cannabis por plazos de hasta un año.

En 2003, un análisis literario –basado en 15 estudios científicos– concluyó que el cannabis no producía ningún daño permanente sobre el cerebro; en 2005, estudios de la Universidad de Saskatchewan refutaron nuevamente la hipótesis de Heath y afirmaron que el THC y otros cannabinoides podrían estimular el crecimiento de dichas células. Estudios realizados en usuarixs habituales de cannabis en Jamaica y Costa Rica no han hallado anormalidades cerebrales. Hoy no existe estudio médico-científico alguno que demuestre que el cannabis mate células cerebrales. Por el contrario, existen estudios de esa índole –incluso en nuestro país– que avalan que el suministro de cannabis tiene efectos beneficiosos en casos de epilepsia, espasticidad y espasmos en esclerosis múltiple, en el tratamiento de dolor y en la reducción de náuseas y vómitos (entre otras enfermedades, dolencias y patologías).

Fuentes

https://youtu.be/dsAaU0u3AdE

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derribando mitos

En el marco de la publicación del Mito #3 “El consumo de cannabis mata neuronas” presentamos la tercera de las charlas #DerribandoMitos.

En esta oportunidad invitamos a Fernando Sepúlveda, Bioquímico (Universidad de Concepción). Doctor en Biología Celular y Molecular (Universidad de Concepción). Profesor en la Universidad de Concepción. Investigador en efectos de la cannabis sativa y el sistema endocannabinoide.

Desde RESET se contó con la participación de Sol Noblia.

“La prohibición desalienta el consumo de drogas”

Transcurridos más de 100 años del nacimiento de las estrategias prohibicionistas y de casi 50 años del lanzamiento de la “guerra contra las drogas” por parte de Richard Nixon, ninguno de estos enfoques beligerantes ha logrado reducir de manera duradera los niveles de prevalencia del consumo de sustancias ilícitas (que, por el contrario, han aumentado). Según datos de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD, Informe Mundial de Drogas) en 2017 unos 271 millones de personas (el 5,5% de la población mundial de 15 a 64 años) había consumido drogas al menos una vez durante el año precedente. Las estimaciones a largo plazo revelan que el número aumentó un 30% con respecto a 2009 (que era de 210 millones). Este incremento se explica en parte por el crecimiento del 10% de la franja etaria que va de los 15 a 64 años y por el alza de la prevalencia del consumo de opoides en África, Asia, Europa y América del Norte y de cannabis en América del Norte, América del Sur y Asia. La sustancia más consumida sigue siendo el cannabis (se estima que 188 millones de personas la utilizaron el año anterior).

Según el relevamiento de la Sedronar, en Argentina el porcentaje de la población entre 12 y 65 años que consumió alguna droga ilícita pasó del 3,6% en el año 2010 a 8,3 % al 2017. El mayor aumento se dio en cannabis, por lejos la droga ilícita más consumida en nuestro país. De los datos expuestos se desprende que a nivel internacional y local las políticas punitivas relacionadas al consumo de sustancias, entre ellas el cannabis, no han disuadido los mismos sino, más bien, los mantiene en constante alza.

Todo ello en pleno despliegue prohibicionista, que en nuestro país se expresa en la desproporción presupuestaria que direcciona un 95% al control de la oferta (criminalización) y un 5% a la reducción de la demanda (políticas públicas de prevención, de tratamiento y de información). La media mundial es de 60%-40%. Estudios realizados hace años en Estados Unidos (y confirmados en posteriores trabajos internacionales) han demostrado que las medidas orientadas a disminuir la demanda son siete veces más efectivas que las destinadas a contrarrestar la oferta.

La estrategia criminaliza a lxs consumidorxs, lxs estigmatiza y lxs aleja del sistema de salud sin aportar soluciones. En América Latina se ha discutido acerca de la validez de las políticas prohibicionistas para abordar el problema de las drogas y el narcotráfico. Por Ejemplo, el informe final de la Comisión Latinoamericana sobre Drogas y Democracia señaló claramente que se expandieron la producción y el consumo de drogas ilícitas, que aumentaron los niveles de violencia y de corrupción gubernamental y que el crimen organizado ligado al narcotráfico viene representando una seria amenaza a la consolidación de las democracias latinoamericanas. En palabras del ex Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA-2013), José Miguel Insulza, “significa interrogarse hasta qué punto las políticas vigentes hasta ahora, bajo el paradigma de la penalización y criminalización, reducen más daños de los que precipitan”.

Fuentes

https://youtu.be/BD_YSSF8BGs

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DERRIBANDO MITOS

En el marco de la publicación del Mito #4 “La prohibición desalienta el consumo de drogas” presentamos otra de las charlas #DerribandoMitos.

En esta oportunidad invitamos a Mariana Souto Zabaleta, Integrante de RESET – Política de Drogas y Derechos Humanos, Especialista en Políticas de Drogas. Doctora en Ciencias Sociales (FLACSO Argentina), Master en Relaciones Internacionales (FLACSO Argentina), Abogada (UBA), Licenciada en Ciencia Política (UB). Coordinadora del Grupo de Estudio sobre Políticas de Prevención y Control del Narcotráfico en el Instituto Latinoamericano en Seguridad y Democracia (ILSED). Profesora de la cátedra “Crimen Organizado y Narcotráfico” de la Universidad Nacional de San Martín.

Desde RESET se contó con la participación de Martín Garmendia.