Ir al contenido

Comentario a la Encuesta Nacional sobre Consumos y Prácticas de Cuidado (INDEC – SEDRONAR)

¡Compartilo!

Por Ana Clara Camarotti*, Dra. en Ciencias Sociales
Integrante del Consejo Honorario de RESET – Política de Drogas y Derechos Humanos 

Los datos publicados en el último estudio realizado por el INDEC junto a la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas (Sedronar) en hogares sobre consumo de sustancias psicoactivas legales e ilegalizadas nos alertan y llevan a hacernos algunos interrogantes. A continuación seleccionamos solo tres para reflexionar sobre los mismos:

1. El alcohol sigue siendo la droga más utilizada por las poblaciones en todas las edades. Son los varones los que beben más y los que se inician antes en este consumo.
2. Los tranquilizantes siguen siendo la sustancia más consumida por las mujeres.
3.  Aproximadamente ocho de cada diez personas de entre 66 y 75 años dicen que probaron alguna vez en su vida el tabaco, mientras que casi tres de cada diez jóvenes de 16 a 24 años lo hizo.

En relación con el primer punto, es clave poner el foco en la prevención del consumo de alcohol en escuelas, espacios recreativos y culturales. No sólo debemos pensar en sustancias ilegalizadas cuando hacemos prevención sino reconocer el peso e impacto que tiene el consumo de alcohol entre las y los adolescentes. Pero ¿cómo hacerlo? Esto nos lleva a la necesidad de generar estrategias creativas y no alarmistas para poder tener mejores resultados con este grupo. Ya aprendimos que las campañas moralizantes que enseñan sobre “lo que se debe hacer” y que brindan información desde una “bajada de línea” no son efectivas para los cambios de prácticas de las personas. Sí lo son, en cambio, las políticas que buscan generar en las y los adolescentes una postura de reflexión crítica sobre los consumos problemáticos.

El segundo punto, y podría sumarse a otros resultados del estudio, nos alerta en la necesidad de incluir el enfoque de género (cuando hablamos de esto estamos pensando en varones, mujeres y disidencias sexuales) en los sistemas de investigación e información sobre drogas. Necesitamos introducir en nuestros estudios el género al momento de la construcción de datos, pero también tenemos que ser receptivos y estar atentos a las diferencias observadas al momento de realizar el análisis de los resultados y de planificar estrategias concretas de intervenciones posibles. Tener esta información sensible a las diferencias que el género produce nos lleva a entender mejor los fenómenos y a poder intervenir con mayor precisión.

Y sobre el tercer punto, nos gustaría plantear algunos interrogantes: ¿por qué el consumo de tabaco es la única sustancia en la que su consumo decrece? ¿Por qué esta sustancia no está siendo elegida por las personas adolescentes? ¿Podemos encontrar algunas de las explicaciones en el hecho de que sea una sustancia legal pero que ha logrado una fuerte y efectiva regulación estatal? ¿Qué aprendizajes tenemos que recuperar del consumo de tabaco? 

Para concluir, nos parece clave el corrimiento de diez años en las edades que se tienen en cuenta para realizar el estudio sobre población general, es decir, antes se encuestaba a personas hasta 65 años y ahora se relevaron personas de hasta 75 años. Mientras que en los medios masivos de comunicación se sigue haciendo foco que el inicio de las sustancias ilegalizadas son cada vez a edades más tempranas, no contamos con tantos datos que den cuenta de qué ocurre con los adultos mayores. En nuestros trabajos de campo, venimos observando una tendencia al corrimiento de los consumos de drogas en edades adultas más avanzadas. Tener información más precisa sobre esta franja etaria es clave para pensar en políticas de prevención y en prácticas de atención para este grupo etario. Si bien las campañas de prevención son el gran ausente de nuestras políticas públicas sobre drogas, los escasos proyectos que observamos se llevan a cabo en las escuelas, esto nos desafía a pensar estrategias en otros ámbitos por los cuales circulamos los adultos permitiendo también desestigmatizar a las personas jóvenes cómo únicas destinatarias de los programas preventivos y de atención.

*Doctora en Ciencias Sociales, Magíster en Políticas Sociales, Especialista en Planificación y Gestión de Políticas Sociales y Licenciada en Sociología por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Investigadora Independiente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Coordinadora del área de Salud y Población del Instituto de Investigaciones Gino Germani.

Accedé a la encuesta completa:

encoprac_2022

¡Compartilo!

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *