Por Fabio Ramos, periodista, integrante de RESET
En 1986, la Corte Suprema de Justicia de la Nación declaró la inconstitucionalidad del artículo 6° de la Ley 20.771, que penalizaba la tenencia de estupefacientes para consumo personal. El máximo tribunal planteó que dicha norma violaba el artículo 19 de la Constitución Nacional, que protege las acciones privadas que no ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero”. De este modo, el músico Gustavo Mario Bazterrica fue sobreseído tras ser condenado en primera y segunda instancia a un año de prisión por poseer 3,6 gramos de marihuana y 0,06 de clorhidrato de cocaína.
A 39 años del fallo Bazterrica, conversamos con el abogado y defensor de derechos humanos Albino Stefanolo sobre la vigencia de este hecho histórico y la deuda pendiente del Estado con las personas usuarias de drogas.
¿Cómo surgió la estrategia de plantear la inconstitucionalidad del artículo 6 de la ley 20.771?
La idea en realidad proviene del mismo Gustavo (Bazterrica). Había sido condenado a un año en suspenso y él tenía la idea de que se podía discutir alguna cuestión técnica; había algo de eso en su cabeza, y cuando nos consulta yo le explico que estaba la posibilidad de dar esa pelea, pero con una muy baja probabilidad de éxito, es decir, de que la cosa se diera vuelta. Pero me pareció interesante porque el planteo fue del vasco. Vos sabés que una de las cosas por las cuales yo siempre peleaba era por el estigma que deja una condena, pero el tema del vasco era otro, era una cuestión ideológica, cosa que me gustó. En el sentido de que era la lucha por la lucha misma, viste. La lucha en el sentido de que “no se metan en mi vida”. Nosotros lo que planteamos, justamente, es la intromisión, lo que plantea el artículo 19 de la Constitución Nacional sobre las conductas privadas. Porque esa ley, sancionada durante la última dictadura, me parecía absolutamente arbitraria y tenía complejidades muy grandes.
Contanos un poco cómo fue esa “lucha”.
Le pusimos mucha fuerza, pero siempre con la conciencia de que la derrota podía ser el resultado más seguro. Y ahí llegamos con Graciela, mi mujer, lo presentamos hicimos todo, presentamos el recurso extraordinario, hicimos todo… y ahí viene la espera, que no fue muy larga -un par de años -teniendo en cuenta los tiempos de la Corte. Era la Corte nueva de Alfonsín. Cuando me notificaron la resolución la sensación fue tremenda, porque la verdad que primero me costaba creerlo. Nosotros habíamos hecho un intento previo un poquito antes y nos habían rechazado, pero fue un rechazo extraordinario que hicimos en la Cámara y no llegamos a la Corte. En el caso de Bazterrica presentamos el recurso y lo conceden, entonces fue por vía directa a la Corte. El fallo, entre otras cosas, dice que el peligro de que una acción pueda trascender a terceros es un peligro que, justamente, debe tener una evidencia. Y ahí no había ninguna. Y otra cosa: el fallo rechaza la idea de castigar “peligros abstractos”: los accidentes de tránsito son lamentablemente una de las mayores causas de muerte en Argentina, y no por ello está prohibido tener un auto.
¿Qué impacto tuvo el fallo a corto, mediano y largo plazo?
Tuvo impacto en cuanto a lo teórico, pero más en la práctica: a partir del fallo se liquidaron muchísimas causas, hubo lo que se llamó la planchuela, había, digo un número al azar, cinco mil causas similares tramitándose y. por un principio de economía procesal, los tribunales empezaron a plantear a Bazterrica porque decían que, de ir a la Corte, iban a tener el mismo resultado. Porque aclaremos que la Corte marca una directriz, si querés, de orden jurisprudencial, pero no obliga a los jueces a fallar del mismo modo. Entonces, la pregunta del juez, y ahí viene la economía procesal, es: ¿Vale la pena que esto vaya al superior y llegue a la Corte, y pasen un año, dos años, lo que sea, y se gaste un montón de plata para que el resultado sea igual que el de…? Lo que yo vi durante los años seguidos es que toda la gente que estaba en esa línea terminó absuelta o sobreseída, depende del estado. Hasta el ´89, que cambia todo.
¿Qué ocurrió con el cambio de ley?
Hubo dos cosas: una nueva ley deficiente y una corte totalmente menemista, fanática. Mirá, entre el 86 y el 89 me invitaron al Congreso infinidad de veces mientras se trataba la reforma. Y bueno, yo iba con el fallo, diciendo “acá lo que tienen que hacer es sacar esto”. Después, bueno, lamentablemente, la ley salió con tres tipos de tenencia. O sea, inventaron la tenencia simple. Y se elevan las penas mínimas. Las penas del artículo 5° de la Ley 23.737 arrancan con cuatro, de cuatro a quince. Las cárceles se llenaron de gente. Y después hicieron el último de los dilates, los legisladores, que fue inventar que la tenencia para consumo tenía dos variables: una, que la reprimían, y dos que, si vos hacías un tratamiento y te “curabas”, te sobreseían. Fue una época muy dura: yo creo que fue la peor época en cuanto a causas de drogas. El fallo Montalvo, de 1990, es un ejemplo: la Corte da vuelta lo de Bazterrica diciendo que en la tenencia para consumo personal sí hay peligro, porque afecta a terceros; es constitucional. Incluso hay que destacar algo en ese caso, que Montalvo fue condenado por tenencia simple. Ni siquiera fue por tenencia para consumo (cuando fue detenido portaba 2,7 gramos de marihuana).
Sin embargo, la influencia del fallo Bazterrica sigue vigente.
Claro, el caso más emblemático es el fallo Arriola. La Corte fundamentalmente lo que hace es ubicar el principio básico de si es constitucional o no, y en este caso plantea de nuevo la inconstitucionalidad de la penalización de la tenencia para consumo personal, de manera que vuelven a imponer la doctrina de Bazterrica. Por ello, repito, aunque hay algunas diferencias puntuales de situación personal, el hincapié está en si se viola o no la Constitución.
¿Cuáles son sus consideraciones sobre la Ley 23.737?
Los fallos son muy bonitos, pero no modifican la vida. La ley modifica la vida. Por eso hay que seguir luchando por el cambio. Yo lo que quiero es que no haya encarcelamientos, que no haya represión. Después, te podés defender y podés tener una absolución o no, pero la causa te la comés igual. El verbo “tener” y todas sus excepciones hacen que el pibe del porro y el pibe de la plantita sean lo mismo. Ninguna de las dos cosas debería estar penada. Hay que despenalizar el cultivo y hay que despenalizar la tenencia. Porque el tipo que cultiva no va al prensado, no va al tipo que le trae, cultiva y evita estar en la cadena, como suelen llamar los políticos. Por eso, justamente, esa despenalización del cultivo de marihuana es una forma de lucha contra el narcotráfico.
¿Por qué no se puede avanzar con la modificación de la ley, a pesar de que se han presentado muchos proyectos en los últimos años?
Hubo un montón de posibilidades de cambio, es cierto. En el Congreso te invitan a las comisiones, vos vas, te sentás, hablás, te escuchan, reciben a todos. Se hace un proyecto que dice, “bueno, vamos a despenalizar”. Pero cuando van a discutir ellos, el total de la masa de los legisladores aparece gente que no participó en la charla y plantean frases como “pero se va a liberar la droga, van a vender droga en los kioscos”. Esa frase la escuché 80 mil veces. Y eso confunde a la gente. Sigue todavía ese criterio de “no tratemos un tema urticante”. Yo creo que la clave es ese fantasma que tiene el político de cara a la sociedad, pensando que si toca determinados temas puede tener costo político. La cuestión es que hoy hay tres leyes vinculadas a la marihuana (la ley de drogas, la medicinal y la de industria), es decir, tenés tres variables que hacen que con la misma planta puedas estar ganando plata, estar mejorando tu salud, o estar preso.

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¡Qué bien contado! Es más fácil discutir teorías ideológicas que la realidad de la planchuela judicial. Lo de los peligros abstractos es clásico: si nadie se muere por mi cultivo, ¿por qué meten a nadie? La ley es más un juego de palabras (tener) que una solución real. Y los políticos, jajaja, siempre inventan excusas para mantener el show. ¡Luchemos por la despenalización, que al menos la lucha sea por algo más que palabras!
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¡Qué lio con estas leyes! Me parece que el juez tuvo toda la razón al pelear por el estigma, ¡pero qué lindo fue ese por la lucha misma! Imagino a los jueces ahora diciendo ¿Vale la pena? antes de cada causa, como si el dinero y el tiempo no fueran dinero y tiempo. Y la ley actual, ¡qué horror! Planchear causas por tenencia simple es como castigar a alguien por tener un auto porque alguien más podría accidentarse. Claro, los fallos son lindos en papel, ¡pero no modifican la vida! Que se despenalice todo, que los jóvenes puedan sembrar su plantita sin temor al prensado y la cadena. Es la única forma de luchar contra el narcotráfico: ¡dejemos de juzgar por gramos y excepciones!the vow cast
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¡Qué lindo! Este texto es un manual de cómo la lucha contra la intromisión en la vida privada puede ser tan ideológica como interesante. Me encanta la parte de la lucha por la lucha misma, ¡viste! Aunque claro, el pibe del porro y el pibe de la plantita sigan siendo lo mismo bajo la ley es una ironía que pesa. La idea de que el cultivo sea contra el narcotráfico es tan directa que casi parece un plan de la película. Y los cambios… ¡uf! La ley y los fallos son como la planchuela: uno se esperaba otro. Los políticos y la Corte son capaces de dar vuelta las cosas con tal habilidad que hasta las leyes terminan siendo un juego de rol. Mientras tanto, la vida sigue y nosotros seguimos defendiendo nuestras ideas. ¡Qué epoca tan interesante!
¡Qué pelea tan ideológica! Me encanta que se peleara por la lucha misma, ¡viste! Es como entrar en una pelea por la inconstitucionalidad de la inconstitucionalidad. Los fallos son lindos, pero la ley es la que modifica la vida, ¿verdad? Que el pibe del porro y el de la plantita sean lo mismo por un verbo tener… ¡qué absurdo! Los políticos llaman cultivo a una forma de no estar en la cadena, ¡qué astucia! Esperemos que la Corte siga defendiendo la idea de que no se metan en la vida privada, aunque sea con marihuana. ¡Y a ver si se despenalizan esas cosas, que la vida es para vivir, no para sentarse en la ducha!
¡Qué tela! Este texto es una joya de la lucha por la lucha misma. Me encanta el vasco que puso el pecho por la ideología, aunque sé que el pibe del porro y el de la plantita siguen siendo iguales bajo la ley. Los fallos son lindos, pero la realidad es otra: la ley modifica la vida, y no siempre para mejor. La idea de que la Corte marque una directriz es genial, pero luego vienen los jueces con su economía procesal y se liquidan las causas. Y luego viene el menemismo, que lo dejo ahí. La despenalización del cultivo es una forma de lucha contra el narcotráfico, dicen. Yo solo digo: ¡que vengan los recursos extraordinarios y que la Corte se lo tome con calma!metal injection molding
¡Qué bien contás, tipo! La pelea por la Constitución es más que ideológica, es ¡física! Esa intromisión a la vida privada, ¡qué lata que se sienta! Los jueces mustiando con la economía procesal, ¡qué chiste! Prefieren planchar causas que discutir si el pibe tiene su porro en casa. Pero bueno, al menos se liquidaron unos cuantos casos con la planchuela, ¡qué solución tan criolla! Ahora, esos fallos son lindos, ¡pero qué falta de chispa! La ley es la que te lo come, carajo. Y el cultivo, ¡qué revolución tan tranquila! Despenalizarlo es pelear contra el narcotráfico ¡como quien dice, evitando la cadena! ¡Qué idea tan de lucha en el sentido de que no se metan en mi vida!the prophecy deltarune
Este relato me recuerda que pelear por la lucha misma es noble, pero que el juez finally dijo no te metas con mi vida en el caso de las drogas comunes. Los fallos son lindos, pero la ley realmente modifica la vida, como el pibe del porro que ahora tiene problemas igual que el de la plantita. La idea de que solo haya diferencias puntuales entre los casos es graciosa, ¿verdad? La ley actual es deficiente y crea más problemas que soluciones, llenando las cárceles. Despenalizar el cultivo y la tenencia personal no es solo una forma de lucha contra el narcotráfico, es la única forma sensata, pero claro, los políticos siguen inventando dilates. ¡Hay que seguir luchando!laser marking machine
¡Qué lio, qué lio! Este texto es un viaje por los laberintos de la legalidad argentina, con sus vaivenes de pelea por la lucha misma y sus horrores de peligros abstractos. Siempre me pareció gracioso que la Corte debatiera si un auto puede causar un accidente antes de decidir si tienes un porro. La planchuela procesal es un clásico: ¡No vayas a la Corte que te dan lo mismo!, ¡qué chistoso es eso! Y lo de los cultivos, ¡una forma de combatir el narcotráfico inventando que el tipo que siembra no va al presidiario! ¡Qué idea tan… ¡idea! Mientras tanto, la ley sigue ahí, como un verbo que pega igual al de la marihuana que al de la plantita. ¡Un desfile de absueltos y sobreseídos hasta que se cambiara todo, qué tiempos!ai removing watermarks
¡Qué bien contás! Es como si te hubieras puesto al volante de una vieja Chevrolet para un trip复核 de la justicia. Te explicás todo con esa energía, la pelea por el estigma, la lucha ideológica… ¡viste! Pero la parte de los jueces diciendo ¿vale la pena ir a la Corte y gastar un montón de plata? me hizo reír. Es como si vos le preguntás a un chef por qué no sirve un menú que sabes que va a dar panza: ¡no es que no quiera, es que va a dar panza y va a costar caro!. Y claro, los políticos inventando tenencias y tratamientos… ¡qué dilate tan grande! Pero bueno, sigámos la lucha, que al menos queda la idea de que la marihuana y el cultivo no tienen por qué ser un tema de prensado. ¡Lucha en el sentido de que no se metan en mi vida!đếm ngược thời gian
¡Qué historia tan destartalada! Pelear por la lucha misma, viste, ¡qué nobleza ideológica! Esperar años a la Corte Alfonsín es como hacer un trámite público. Lástima que al final, como dice el chico, los fallos son bonitos pero no modifican la vida. La ley sigue ajusticiando a los de la plantita y a los del porro con la misma vara, ¡qué equaldad! Y pensar que se intentó cambiar, que se inventaron tenencias… ¡lo que pasó después es otro tema! Mientras tanto, el pibe que cultiva para su consumo sigue en el ojo del huracán. ¡Qué desazón!act two ai free
¡Qué pelea tan ideológica! Me encanta que el planteo fuera del vasco, la lucha por la lucha misma. Pero, bueno, claro que la ley de tenencia simple es arbitraria, ¿quién no se da cuenta? Es como castigar a alguien por tener un auto por si acaso choque. La Corte lo vio, pero luego vienen otros que dicen ¡pero si la marihuana es danger! hasta llenar las cárceles. Lástima que los fallos sean como un cuaderno de ejercicios, pero la ley sigue modificando la vida. Por eso hay que seguir peleando, ¡no se metan en mi vida! Que se despenalice el cultivo y la tenencia, que el pibe de la plantita no sea igual al de la droga. ¡Es la lucha contra el narcotráfico, viste!compress word file
¡Qué guia, qué guia! Este tipo se las arregló para meterse en líos por una condena suspensa y luego pelear por la lucha misma, ¡qué original! Pero bueno, si la Corte dijo que no hay peligro de terceros en un puñado de gramos, ¿qué más se puede hacer? Es como decir que no se puede castigar a alguien por tener un auto porque alguien podría tener un accidente. La ley es la ley, aunque a veces parezca más una idea ideológica que una respuesta práctica. Y claro, los políticos siempre encuentran formas de llenar las cárceles, ¡qué bárbaros! Pero bueno, al menos se intentó, ¿verdad? ¡Lucha por la lucha misma, viste!grow a garden calculator
¡Qué tela! Este tipo y su mujer pelearon hasta la Corte por la idea de que no podían meternse en su vida por un par de cuadros. ¡Qué ideología! Y mira, la Corte le dijo ¡vaya! Es que el peligro de que tú te lo pases bien en tu casa es un peligro que, justamente, no tiene evidencia. ¡Un clásico! Aunque bueno, claro, después vinieron otros fallos a contradecirlos, ¡quéconstancia! Ahora resulta que la ley salió mal y las cárceles se llenaron. ¡Ajá! Al final, el mejor remedio contra el narcomenudeo sería que el tipo que cultiva se lo come mismo, ¡qué lógica tan revolucionaria! Siempre se puede luchar por la lucha misma, viste.ngôi sao tốc độ cho Android
¡Qué pelea tan ideológica! Imaginar que se discutía tanto por el estigma de una condena como por no se metan en mi vida es un guion de comedia. La estrategia de lucha por la lucha misma es clásica, aunque el resultado final (la absolución) sea el desenlace esperado. La Corte marcando una directriz y luego los jueces aplicando economía procesal para evitar trabajo es un truco legal que se ve cada vez. Pero bueno, al menos se movieron los resortes. La idea de que la ley y no los fallos modifican la vida es un toque de realidad. Y sí, que el pibe del porro y el de la plantita sean lo mismo bajo la ley es… peculiar. Despenalizar todo, incluso el cultivo, como forma de combatir el narco, ¡qué idea tan revolucionaria! Claro, que en el Congreso estén invitando a comisiones es otro capítulo de nuestra lucha.deltarune prophecy panel generator
¡Qué bueno que el pibe del porro y el pibe de la plantita ya no son lo mismo! Aunque los fallos sean bonitos, el pibe sigue comiendo la causa igual. La lucha por la lucha misma es bien ideológica, pero la lucha por no tener que ir al prensado es más bien práctica. Si los políticos quitan la pena al que cultiva, al menos se corta una rama de la cadena del narcotráfico (y quién sabe, quizás el tipo se ponga a cultivar su propia causa y se salve). La verdad, lo de la tenencia simple y las penas mínimas fue un clásico menemista, ¿no? Esperemos que la Corte siga pensando en la Constitución y no en la planchuela, porque si no, todos terminaremos con el mismo resultado: absueltos de forma procesal pero con la vida revuelta. ¡A seguir luchando por que la causa no se coma tanto!baseball bros unblocked
¡Qué pelea tan clásica! Ese espíritu vasco de lucha por la lucha misma contra el estigma es encantador. Y claro, la Constitución dice que la vida privada no se metan, ¡qué lógica tan básica! Siempre me pareció que el verdadero narcotráfico es ese tipo que te sigue los pies hasta el laburo, pero bueno. Los jueces y la economía procesal dan muchas vueltas, como esa planchuela que liquidó causas. Siempre es interesante ver cómo las leyes y los fallos intentan ponerse al día con la realidad, aunque a veces la política los arrastre a otro lado. Pero la idea de que el cultivo sea una forma de combatir al narcotráfico es, viste, ¡una revolución tranquila! ¡A ver si alguna vez llegan a la Corte los buenos argumentos!quay random
¡Qué tela! Este artículo es un laberinto de peleas, fallos y tenencias. Me muero por saber si el autor se dio cuenta de que, al final, lo que pelearon es si un pibe del porro merece la misma cárcele que un pibe de la plantita. Resulta que la lucha por la lucha misma costó un par de años en la Corte y terminó con un verbo tener que lo equipara a todos. La economía procesal se reíría de los políticos que intentan seguir planchueando causas. Y ahora, qué narcotráfico tan serio que se quiere combatir despenalizando el cultivo. ¡Qué estrategia tan original! Claro, si los dilates legisladores siguen inventando, quizás la próxima tenencia simple sea por leer este artículo.ai watermark removal
¡Qué tela! Este artículo es una lección de que pelear por la lucha misma, como el vasco, es lo mejor. Siempre me gustó esa idea de no se metan en mi vida. Aunque los jueces ahora parezcan más menemistas que nunca, lo de la tenencia simple y los cultivos sigue siendo un lío. Si la ley no cambia, seguirá llenando las cárceles de gente que simplemente quería estar tranquila. Es más, hasta los políticos parecen confundidos: ¿cómo penar al que cultiva para sí mismo y evita la cadena del narcotráfico? ¡La solución debe ser clara! Despenalizar el cultivo y la tenencia, que es lo que todos necesitamos para evitar que el pibe del porro y el pibe de la plantita sean tratados como iguales. ¡Lucha por la lucha misma, pero también por un mundo un poco menos estúpido!quay random
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¡Qué pelea tan clásica! El juez con su idea técnica y luego la lucha ideológica por no se metan en mi vida. ¡Qué consistencia! La Corte le dio la pelea, pero claro, los jueces luego aplicaron economía procesal como si fueran contadores, ¡qué original! Ahora la ley es deficiente y la Corte es menemista, ¡perfecto! Al final, el pibe del porro y el de la plantita son lo mismo según el verbo tener. La solución obvia es despenalizar, ¡qué revolución! Imagino a los políticos contra la despenalización del cultivo… como si fuera el mal de la pesadilla. ¡Seguir luchando por el cambio, que la vida no es una causa de la que te saques absuelto solo con un buen verbo!hẹn giờ online
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